El otro día charlando con mi hermana salió el tema de si su futuro hijo tendrá el apellido Perálvarez como primero o segundo.

A lo que automáticamente respondió que segundo.

Y no me extraña, ya que existe una maldición sobre el apellido Perálvarez.

Durante toda mi etapa estudiantil no ha habido un solo profesor que lo dijera bien a la primera:

"Pérez Álvarez, Pedralbes, Per [silencio] cualquier cosa random..."

Y no acaba aquí la cosa.

Me encontraba en plena etapa "entrepreneur" (palabra que sigo sin saber pronunciar) y cada semana iba a algún evento a "hacer networking" (lo sé dan ganas de pegarme una guantá).

Fue en esos eventos que me di cuenta de que era el único pringado que recopilaba tarjetas de presentación de todo el mundo, pero yo no tenía nada que darles a cambio.

Así que decidí encargar un diseño de tarjeta de presentación e imprimir 2.000 unidades a un chico que las hacía súper baratas.

Como ya me sabía la historia, le repetí unas 10 veces cuál era mi apellido y llegó a pasarme unos diseños donde estaba bien escrito.

Bien, pues como ya te puedes imaginar, quedé con esa persona para recoger mi caja de 2.000 tarjetas y al abrirla súper ilusionado...

Ponía "Perálvez" en todas.

Dichas tarjetas las acabé quemando en una hoguera de San Juan y no veas tú la humareda que se lió.

Lo peor de todo es que volví a hacerme 2.000 tarjetas más, de las cuales hoy en día debo haber usado unas 15.

Moraleja: haz que tu trabajo hable por ti, no una tarjeta como si estuvieras en American Psycho.

Si buscas formarte en desarrollo WordPress puedes hacerlo en SiliCodeValley.

David Perálvarez