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Como cada mes, el único día que trabajo allí, llegadas las 10 de la mañana y recién impresas las devoluciones, Paulina me ha propuesto parar para el desayuno.
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Una vez más me ha hecho un bocata de dos sabores:
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Media barra de lo que yo denomino pan de ángel (de buena calidad), jamón cocido cortado en finas lonchas de carnicería y chorizo.
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A eso hay que sumarle el zumo de naranja natural y los crusanitos.
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Justo después de pegar el primer bocado, le agradezco mil veces que me haya preparado semejante manjar y le repito otras mil veces más, que por favor no lo haga, que no es necesario, que en mi día a día ni desayuno.
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Paulina es la mejor compañera de trabajo que he tenido en mi puñetera vida. La considero mi abuela postiza (tiene 70 y pocos años), puedo hablar de cualquier tema con ella (siempre me aconseja sabiamente) y lo más importante: me río un montón con ella.
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Quizás te preguntes de qué trabajo te estoy hablando si representa que solo soy instructor online y desarrollo webs a clientes.
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Hace ahora 11 años que empecé a trabajar en una funeraria. La historia de cómo acabé allí y qué hago exactamente te la explicaré en otro correo.
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El caso es que iba a ser algo de dos o tres días y aquí sigo: comiéndome un bocadillo buenísimo de dos sabores mientras charlo tranquilamente con Paulina de cualquier tema de actualidad.
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A veces las cosas no son como nos las pintan. Cualquiera podría pensar que trabajar en un lugar así debe ser traumático. Pero todo reside en los detalles.
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Lo mismo pasa con aprender programación. Te aseguro que cualquiera puede, da igual de donde vengas y a qué te dedicaras antes, si te lo enseñan bien podrás aprender.
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Y creo que mis cursos cumplen con esa premisa:
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PD: Paulina es un seudónimo para preservar la intimidad de mi abuela postiza.
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