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Cada viernes a eso de las 11 de la mañana me reuno virtualmente con mi buen amigo Manu.
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Llevamos años haciéndolo, los dos tenemos negocios online y lo utilizamos como una especie de mastermind / desahogo semanal.
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El pasado encuentro dio la casualidad de que ambos estábamos por Barcelona y decidimos hacerlo presencial.
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Desayunamos juntos y nos fuimos a un parque muy bonito a repasar conjuntamente cómo había ido la semana y rendir cuentas en cuanto a objetivos propuestos VS logrados.
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¡El mío por cierto era sacar esta newsletter y lo cumplí!
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El caso es que estábamos a nuestro rollo absortos, cuando se nos acercaron dos mujeres y una niña y nos dijeron si podían hacernos unas preguntas.
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Al estar en Barcelona pensamos que se trataba de alguna duda turística, pero no. La primera pregunta que nos hicieron fue:
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"¿Vosotros sabéis maneras de ir al cielo?"
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La verdad es que ambos estábamos tan metidos en nuestro mundo que no entendimos por dónde iban los tiros.
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Al momento, empezaron a preguntarnos si éramos ateos o agnósticos, si conocíamos acerca del infierno y qué opinábamos sobre la teoría de la evolución y sus lagunas.
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La verdad es que yo respeto todo tipo de credos y este correo no pretende faltar el respeto a nadie, lo que me sorprendió fue la forma en cómo nos abordaron.
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Y es que es admirable el valor que hay que tener para acercarte a desconocidos y ofrecer tu producto, servicio, religión, etc.
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En mi caso ofrezco cursos de desarrollo web WordPress.
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No puedo prometerte qué pasará en tu futuro si los haces, pero sé que muchas personas han logrado mejorar sus servicios.
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