Recientemente empecé una ruta por distintas zonas de Bali, ya que llevaba varios meses asentado en la misma y tenía ganas de aventura.
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La zona donde estoy ahora, Ubud, es conocida por sus increíbles terrazas de arrozales, sus templos y sus cascadas.
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Pensé, voy a aprovechar que hoy no llueve para recorrerme las 6 cascadas más guapas que he encontrado investigando en blogs.
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Bien, pues cuando me disponía a ir a la segunda, me encontraba en medio de la nada, en una carretera rodeada de arrozales, con cero tráfico y con un cartel que indicaba que allí estaba la casada, pero allí no había nada.
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Decidí conducir varios metros más hasta que me topé con el único ser humano de la zona, que era un campesino que tendría unos 80 años, al cual le pregunté cómo llegar a la cascada.
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Y el señor, ni corto ni perezoso, me dijo algo en su idioma, se subió a su motillo e hizo gestos para que lo siguiera.
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De golpe se metió en un arrozal, primero en un caminito asfaltado, y yo pensé "qué bonito todo esto", pero al cabo de pocos minutos veía que no llegábamos a ninguna cascada.
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El señor entonces se paró y me indicó algo así como "sigue por ahí, que está la cascada", me dijo varias indicaciones que no entendí y creo que me bendijo.
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Bueno, pues al minuto de quedarme solo, el camino ya no era asfaltado, era tan estrecho que solo cabía la moto y a lado y lado había canales de regadío de los arrozales.
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Es decir, no había marcha atrás, el caminito estaba embarrado y como no podía ser de otra forma, la rueda trasera se encalló.
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En ese momento me quedé paralizado y pensé: "si acelero, la rueda patinará y me iré para el agua y a ver quién es el fuerte que tras la caída levanta la moto".
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Pero el campesino que ya se había ido, me vio en la distancia pasando penurias y volvió para empujarme por detrás para sacar la rueda.
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Yo le agradecí eternamente su ayuda y aparqué la moto en mitad de la nada para seguir andando.
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- El señor me había dicho antes de adentrarme en el camino embarrado que aparcara la moto.
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- También entendí que sus últimas indicaciones eran que llevara conmigo una linterna porque tendría que atravesar un túnel muy oscuro para llegar a la cascada.
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Y como colofón os diré que la cascada no valía 3 pimientos y me picaron varios mosquitos.
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Lo gracioso de todo esto es que mientras me pasó aquello iba escuchando un podcast de negocios que me gusta mucho y el entrevistado, que vendía cursos online, decía que la formación era muy útil para ahorrarse los infinitos errores que él tuvo cuando empezó.
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En fin, te dejo una prueba para que no pienses que esto era una fábula:
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