No hace mucho que me he mudado de piso y en los primeros días hice el típico repaso para ver que todo estaba bien.

Una de las cosas que vi que no iban del todo finas era el desagüe del fregadero, le costaba tragarse el agua.

Y yo que soy un cagao a la hora de tener que quejarme de las cosas, decidí aplicar un life hack de esos que se ven por Instagram (pero que tu abuela ya hacía).

Se trataba de echar bicarbonato al desagüe, poner a hervir vinagre, mezclarlo y que la química hiciera el resto (química que no entiendo).

Pues eso hice.

Aquello era como el proyecto de ciencias (tipo volcán) de un niño americano y resultó que la cosa mejoró.

Hasta hoy...

La roña del fregadero me había ganado terreno y todo tiene un límite.

Así que me he armado de valor y de un cuchillo de untar, me he dispuesto a desenroscar el desagüe y allí estaba.

El residuo radiactivo más pestilente y asqueroso con el que jamás me he encontrado.

Por suerte vivimos tiempos convulsos donde las mascarillas no faltan y con la destreza de un cirujano, he podido sacar toda la materia oscura.

Fregadero 1 - David 2 (ovación en el estadio)

Esto mismo que te acabo de contar lo he vivido al heredar proyectos WordPress creados con poco amor.

El todo vale está muy bien hasta que te toca comerte los residuos radiactivos de otro.

Si quieres aprender a desarrollar sitios web WordPress que no acaben siendo cementerios nucleares, echa un vistazo a mis cursos de SiliCodeValley y empieza a aprender.

David Perálvarez