Ahora mismo me encuentro en una mesa de un bar, de espaldas a la tele donde están retransmitiendo un partido de fútbol.

Encima de mi cabeza hay un escudo gigante fijado al techo y el resto de la decoración son fotos de jugadores firmadas y una vitrina con trofeos varios.

Mientras mis amigos están concentrados mirando el partido y hablando un dialecto futbolístico que desconozco, yo he optado por hacer un viaje astral con la mente y ponerme a escribir este correo.

Tengo esa habilidad, la aprendí en el tren durante los años que trabajé por cuenta ajena. Cada día me pegaba dos horas de tren, una de ida y otra de vuelta y devoraba novelas, sin importar el barullo que hubiera alrededor.

Eso me ha hecho pensar en que, a pesar de que preferiría estar en casa mirando una peli en el sofá, soy un afortunado de tener una profesión que me dé esa libertad.

Aunque suene raro, no me importa que sean las diez de la noche y esté haciendo algo que podría considerarse trabajo, si eso luego me permite coger un lunes y largarme a pasear a media mañana sin tener que dar cuentas a nadie.

Eso para mí es la libertad.

Y "casi" todo se lo debo a WordPress.

David