Hay días en los que me da una pereza extrema escribir este correo.

También hay días en los que llegan las 15h y me doy cuenta de que no tenía ningún correo programado (y yo pensaba que sí). Y cuando esto sucede enciendo el ordenador o desbloqueo el móvil y me pongo a escribir.

¿Sabes la típica escena de dibujos animados donde al personaje le aparecen alrededor de su cabeza un ángel y un demonio, donde el ángel le anima a hacer lo correcto y el demonio lo cómodo y fácil?

Pues esa lucha la tengo a menudo, pienso: para qué vas a escribir un sábado, si la gente estará echando la siesta o viendo una peli alemana cursi de las que echan al mediodía, donde una chica nueva llega a un pueblo idílico (a hacer de médico o profesora) y se enamora del chico fornido y pelo desenfadado, que trabaja de algo rudo que le mantiene en forma.

Y te mentiría si te digo que decido ponerme a escribir gracias a mi fuerza de voluntad. Mi fuerza de voluntad un sábado está pensando en qué voy a hacer esa noche y el único motivo por el que no me queda otra que escribir es por no fallar a mi amigo.

¿A mi amigo? Sí. Tengo un gran amigo con el que me comprometí a escribir cada día y él se comprometió a hacer lo mismo. Cada día a las 15h abro el correo para ver si él ha cumplido y al ver que sí, me anima a seguir haciéndolo yo.

Cuando se quiere aprender algo nuevo, como por ejemplo a programar para WordPress (guiño, guiño) sucede lo mismo. Primero lo coges con ganas, te pegas atracones de vídeos, todo es nuevo y no cuesta ponerse con ello.

Pero con el paso de los días empieza a aparecer ese diablillo que te dice: anda tonto, ponte la serie esa que te gusta, ya estudiarás luego. Y ese luego se convierte en no cancelar el botón de "Ver otro episodio".

No obstante no hay que perder la esperanza y es que, desde que la comunidad se mudó a Discord, varios miembros la están usando a modo de accountability lo cual es genial porque se animan los unos a los otros a seguir aprendiendo y eso, como te acabo de contar, es de las mejores formas que existen para no desfallecer en un objetivo.

¡Me quito el sombrero ante vosotr@s!

Aquí es donde está ocurriendo la magia.

David